De avituallamiento de las tropas Napoleónicas a conservas gourmet.
¡Pues sí! Has leído bien.
El origen de las conservas está en la Francia Napoleónica, cuando en una situación de problemas en el frente debido a las malas condiciones de alimentación el Emperador francés ideó un concurso de ideas para diseñar un nuevo modo de conservación de los productos alimenticios.
Fue aquí cuando Nicolas Apert dio a conocer al mundo su reciente descubrimiento consistente en someter a una determinada temperatura a un alimento una vez envasado en un recipiente hermético.
Las bondades de este producto pronto conquistaron no sólo la atención del Emperador, sino que también en todo Europa surgió una gran atención por este producto.
De este modo, en España se instalaron varias fábricas conserveras, siendo la primera la ubicada en Oviedo por José María Tubiano en el año 1828. En Galicia hubo que esperar hasta 1836, cuando Francisco Zuloaga, antiguo piloto de origen vasco fundó la suya en Oza (A Coruña). Nacía así el primer sector industrial de la historia de Galicia.
Del mismo modo, la industria de la salazón asentada en Galicia, y precursora de la conservera se fue transformado en esta última.
En los años siguientes se produjo en España una gran inversión en el sector, haciendo que los métodos industriales se fuesen imponiendo con la tecnología rudimentaria de la época.
El siglo XX, ya de por sí turbio debido a los diferentes conflictos que asolaron Europa y España, también afectó a la industria conservera del país, resultando en un sector mucho más concentrado y con unas capacidades y tamaños medios muy superiores, con lo que a principios del siglo XX la industria conservera española ya superaba a la francesa.
Durante los siglos XX y XXI esta industria conservera continúa con su consolidación.
Aunque el crecimiento se produjo también en el litoral andaluz y del Cantábrico, este se concentró en la costa Atlántica, tanto en Galicia como en Portugal, convirtiéndose Vigo en capital conservera de Galicia.
El nacimiento de las conservas gourmet.
Hoy por hoy la industria conservera vive un gran momento. Produciéndose cierto retorno al origen, dónde unas pocas conserveras se han especializado en productos artesanos y elaborando las mejores conservas gourmet, de pequeña producción, pero inigualable calidad. Haciendo para muchos, entre los que nos incluimos, de este producto una auténtica pasión.
En términos de seguridad alimentaria la conserva es un producto seguro y sano. Siendo uno de los productos elaborados que menos proceso e ingredientes artificiales recibe en su elaboración.
Os habréis fijado que nos hemos referido en todo momento a la industria conservera, sin focalizar apenas en las personas. Pero no sería justo acabar este artículo sin hablar del verdadero secreto de este producto. LAS MANOS. Las manos, generalmente femeninas que durante más de 2 siglos han estado elaborando este producto con sumo mimo.
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